Opinión

De mi manga salen pájaros

No puedo dormir y me entretengo mirando noticias viejas. La actualidad siempre viene demasiado alborotada para la madrugada. La otra semana con los escombros arrumbados en la nieve y con los pezones de la ministra. Los terremotos son diferentes en función del lugar de la tierra dónde estés. 

Justo antes de despertarme sueño que estoy en Estambul, pero no tiembla la tierra ni yo cruzo el Bósforo en una barca. Voy subida en un autobús alto y de mi manga derecha salen tres pájaros. Ninguno era igual a otro y yo los veo asomarse y echar a volar con asombro. 

Dicen que a Neruda lo envenenaron y yo pienso que nos gusta demasiado la teoría de la conspiración. Aunque quizás sí, quizás lo asesinaron con esa bacteria que apareció en su estómago. Luego saquearon sus casas y quemaron sus libros en el vano intento de acallar su palabra.

Como un naufragio hacia dentro nos morimos, eso decía el poeta. «Se va el minuto hacia atrás, disparado por la más inmutable artillería y de pronto nos queda solo un año para irnos, un mes, un día y llega la muerte al calendario».

Mezclo los versos de distintos poemas de la misma manera que en mi sueño se mezclaban las aves bajo la tela de mi brazo. 
Me entero de que a Rafa Cabeleira le ha dado un infarto. Me impresiona, pero me alegra saber que ya escribe tuits desde el hospital y que está deseando salir para contar su versión de los hechos. Los esperamos ansiosos. 

Voy con Susana Pedreira a una gala del Xacobeo. Fue muy imaginativo soñar que alguien podría peregrinar en el siglo XX a algún lugar. No me queda claro si fue la idea de Fraga o de Vázquez Portomeñe. 

Yo nunca hice el Camino, pero supongo que el Camino es como Venecia, puedes soñarlo durante mucho tiempo antes de llegar allí.  Sea como sea, ya nos parece imposible una Galicia sin él. 

Después de la entrega de premios, hay un ágape. Como llevo brackets, no como nada temiendo que un trozo de choquito se me quede enganchado en los alambres. Paseo entre los puestecitos de la escuela de hostelería salivando y lamentando no haber llevado un tapper como Raquel Bollo a los Goya. También recuerdo a mi dentista que me asegura que, si quiero, puedo besar a alguien, aunque mi boca tenga más raíles que una estación, pero no sé yo. 

 Después de tres cervezas Pedreira y yo nos hacemos fotos con Ana Rosa Quintana y con el Presidente de la Xunta. Uno de los dos es simpático, el otro no. A nosotras, como a todos, solo nos gustan las personas a las que le gustamos también.

Comentarios