Opinión

La jefa soy yo

"...Todo está cambiando, pero no tanto ni tan rápido como quisiéramos"

Las olas suben y bajan, las del covid, las del amor y las del feminismo. Supongo que es algo natural, que estar en la cresta de la onda es imposible para los virus, para los enamorados y para las revoluciones. No importa, todo deja su huella y marca el futuro, también el presente.

El 2018 la ola explotó y en 2019 salimos todas a las calles de forma masiva y aún no politizada, aunque por supuesto es un acto político reivindicar la igualdad real entre hombres y mujeres. No entiendo tanto por qué no es más sencillo separarlo de otras luchas ideológicas que pueden pelearse en otros foros.

Me da pena no haber guardado el cartelito morado con el que salí a gritar entonces y que rezaba así: "Hartita de que me preguntes quién es el jefe. La jefa soy yo, imbécil".

Si me hubiera tomado un chupito cada vez que en mi vida laboral me han preguntado por el jefe, ahora sería adicta al licor café.

Las feministas que tenemos la suerte de vivir en occidente tenemos fama de tiquis miquis, siempre atentas a detalles nimios, siempre señalando con el dedo los lugares públicos ocupados ostentosamente por hombres, casualmente los espacios de opinión y los de poder y los de dinero. También los de cultura.

Hasta hace unos años en las tertulias de las televisiones o de las radios era muy común encontrarse a un grupo de señores sin mostrar ningún rubor por el hecho de que en esas mesas, en pleno siglo XXI, no hubiera mujeres.

Nuestro grito callejero ha hecho que esa imagen ahora casi sea una obscenidad. Increíblemente, léase con ironía, la dirección de los programas ha encontrado voces femeninas perfectamente capaces de opinar sobre política, actualidad, pandemias o guerras.

Todo está cambiando, pero no tanto ni tan rápido como quisiéramos. Esta mañana, sin ir más lejos, me leí un periódico, no este en el que ahora escribo, otro. Comprobé que había nueve artículos de opinión escritos por hombres frente a cuatro escritos por mujeres. De esos cuatro, uno me pareció simple, torpe, más acorde con una redacción escolar de primaria que con una columna de prensa.

Me congratulé por ello. Debemos estar muy a favor de que el mundo se llene de mediocridad expuesta por mujeres hasta que igualemos la mediocridad masculina que consumimos a diario.

A partir de ahí, ya iremos a por la excelencia.

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