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Los nombres del presidente

Feijóo odia los cambios radicales, le gusta más la promoción interna que los fichajes y jamás se guía por cuotas territoriales

ANDA EL PRESIDENTE de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, dándole vueltas a la remodelación de su Ejecutivo, a la que se ve forzado por la salida de sus conselleiros Beatriz Mato y José Manuel Rey Varela para pelear por las alcaldías de A Coruña y Ferrol, respectivamente. Dice que está contento con su actual equipo y que, de hecho, por él no movería ni una pieza. Sin embargo, no es la primera vez que echa mano de esta estrategia, que es algo parecido a un gambito en ajedrez: sacrificar un peón al principio con el objetivo de obtener una ventaja posterior. En este caso, prescinde de dos conselleiros con el fin de mejorar su posición en dos de las ciudades gobernadas por las mareas. Ya lo hizo en 2015 con la salida de Elena Muñoz a Vigo y Jesús Vázquez a Ourense, con una efectividad del 50%: la extitular de Facenda fracasó y el exconselleiro de Educación es alcalde.

Ese, de febrero de 2015, fue el cuarto cambio de Gobierno de Feijóo. Antes, en 2012, sustituyó a Farjas y Currás cuando fueron llamadas a filas por Rajoy a Madrid, junto a las salidas también forzadas de Varela y Juárez; entonces arreciaba la crisis y tocaba recortar consellerías. Ese mismo año, al ganar sus segundas elecciones, cambió a Guerra por Conde en Industria. Ya en 2014, el mandato del caos en Raxoi le obligó a sacar de la Xunta a Agustín Hernández para ocupar la alcaldía y a ascender a Ethel Vázquez. El cuarto cambio fue el antes citado y el quinto y más revolucionario llegó el 4 de octubre de 2015, tras el batacazo del PPdeG en las municipales y la vía de agua sanitaria de Rocío Mosquera. Entraron Rey Varela, Ángeles Vázquez y Almuiña y se redistribuyeron algunas áreas.

Ahora estamos a las puertas de la que sería la quinta o sexta crisis de Gobierno, todavía rodeada de más preguntas que respuestas. De hecho, solo hay dos certezas: que no se sabe qué calado tendrá ni cuándo será. E incluso una tercera, que es la permanencia de Alfonso Rueda en la Vicepresidencia. A partir de ahí, todo es posible, como reconocen en el propio círculo del presidente, siempre hermético con esta información. Él sondea y llama, pero ni siquiera aquellos con los que habla tienen claro qué pasará.

La única pista es que el PPdeG concentró su agenda de presentación de candidatos en las ciudades los viernes y sábados de este mes, dejando libres los domingos. Es el día que usó Feijóo para anunciar su última remodelación y el de Os Peares es poco amigo de cambiar las cosas cuando funcionan, así que hacia el 30 podría andar la cosa. En todo caso, será antes del debate del estado de la autonomía del mes de octubre.

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→ Quinielas abiertas

Hasta entonces, nombres y más nombres para las quinielas. Revisando los anteriores procesos se pueden extraer algunos patrones interesantes: Feijóo no es amigo de revoluciones muy radicales, jamás se guía por cuotas territoriales y confía más en la promoción interna que en los grandes fichajes mediáticos. Así, el único corsé que tiene el presidente a la hora de acometer la remodelación es el de respetar la paridad.

Por eso puede conservar las diez consellerías actuales o aprovechar el periodo expansivo para crear más, separando Educación de Cultura, lo que daría oportunidades a los directores xerales Anxo Lorenzo o Valentín García. También se especuló con aprovechar la marea feminista para resucitar una cartera de Muller, en cuyo perfil encajaría Susana López Abella, si bien es una maniobra que no va con el ADN del actual PP. Dentro de los altos cargos que pueden dar el salto también suenan con fuerza los nombres de Fabiola García y Marta Fernández Tapias.

En otro grupo de aspirantes estarían los pesos pesados del PPdeG como Pedro Puy o Miguel Tellado, si bien resulta difícil pensar que Feijóo pueda prescindir de sus dos piezas claves en el Parlamento y el partido.  También podría tirar de aquellos que se quedaron ‘colgados’ tras la moción de censura, como Lete Lasa o Villanueva. O dar un giro a su modus operandi y buscar perfiles más políticos que técnicos, con la vista puesta en las elecciones. E incluso hay quien habla de cambiar algún conselleiro de área.

Sea como sea, lo que no podrá evitar el presidente gallego y del PPdeG es que todos los movimientos en su entorno se interpreten en clave de sucesión. Ocurrió cuando reforzó a Conde o le dio una consellería ‘golosa’ a Rey Varela y volverá a ocurrir ahora. Y eso que cada vez son más los que creen que en 2020 se volverá a sustituir a sí mismo.
 

La nueva diputada de En Marea escenifica su cercanía a los críticos

NI DOS MINUTOS tardó la nueva diputada autonómica de En Marea, Flora Miranda, en dejar claro en el hemiciclo que estará alineada con el sector crítico del partido instrumental. A la médica de Cariño, santiaguesa de adopción y cercana a la órbita de Compostela Aberta, se la vio especialmente próxima a la líder de Podemos Galicia, Carmen Santos, uno de los principales azotes de Luís Villares y la línea oficial. Más allá de la amistad que puedan tener, a muchos de los presentes en el Parlamento les pareció excesiva la "escenificación" de unión entre ambas parlamentarias, que por momentos parecía casi teatralizada. Pese a todo, Miranda dijo que llegaba con "espíritu constructivo".

 

El ejercicio mental de O Marisquiño

EL VICEPRESIDENTE de la Xunta, Alfonso Rueda, quiso ilustrar la gravedad de lo ocurrido en O Marisquiño en su comparecencia en el Parlamento con un ejercicio mental curioso: los heridos en el suceso de Vigo bastarían para llenar el hemiciclo "cinco ou seis veces", afirmó. Aunque las cuentas están bien echadas y la tragedia pudo acabar en masacre, lo cierto es que la ausencia de víctimas mortales deja la argumentación del PPdeG coja. Sin ir más lejos, en Angrois hubo 80 fallecidos y los populares rechazaron investigar en el Parlamento, entonces bajo el argumento de que no era el ámbito adecuado. Tampoco ahora parece que una cuestión municipal de Vigo o, como mucho, estatal por estar implicado el Puerto, tenga mucho encaje en O Hórreo. Sin embargo, el PPdeG avala esta maniobra política, que debe enmarcarse en la guerra abierta contra Abel Caballero. El riesgo para los populares es precisamente ese, que la ciudadanía perciba contradicciones o un exceso de ganas de erosionar al alcalde olívico. 

 

El populismo no se inventó en Vigo

PARECE QUE el alcalde de Vigo, Abel Caballero, es ahora el inventor del populismo y el chauvinismo extremo. Es cierto que el socialista se supera cada día en sus exposiciones públicas y que su sentido del ridículo es totalmente inexistente, pero tampoco se le puede atribuir a él haber desarrollado esa forma de hacer política, sino que simplemente se limitó a hiperbolizarla, a llevarla al extremo. Aunque su discurso y sus formas chirrían, los votos lo avalan, como ya había ocurrido en A Coruña con Paco Vázquez o en Lugo con López Orozco, a los que fue prácticamente imposible tumbar en las urnas, tan solo desgastar sus mayorías absolutas y después de muchos mandatos. Por increíble que resulte, el populismo funciona, llega a la gente, toca la fibra... y para colmo exige mucho menos esfuerzo al gobernar y es mucho más difícil de atacar por parte de la oposición. Son políticos que saben sobrevivir caminando sobre el filo de la navaja y, para colmo, Abel Caballero ha perfeccionado la técnica hasta lo insospechado. 

 

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