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Deberes para el nuevo curso político

PPdeG: nombramientos y un relevo
Una victoria en las urnas siempre tiene un efecto balsámico en la vida orgánica de cualquier partido; y si es tan contundente como la reciente del PPdeG, todavía más. Sin embargo, ni eso evita que la familia popular arranque el curso con la maleta repleta de deberes, empezando por los que ya les puso Alberto Núñez Feijóo a los suyos estos días: cargar las pilas para renovar el partido a nivel municipal en los 314 concellos de cara a los próximos comicios —si no hay una repetición de los generales—, las elecciones municipales de 2019. Sin embargo, no se trata de lo más urgente ni lo más relevante. Porque lo primero será la elección de las personas que integrarán el nuevo Gobierno de la Xunta, así como los altos cargos. Será a principios de noviembre, una vez se constituya el Parlamento el 21 de octubre y Feijóo sea investido presidente. Y como siempre que hay que escoger, lo normal es que en el camino aparezca algún cabreado por quedar fuera de las quinielas. Fiel a su fama de reservado, el gran vencedor no suelta ni prenda sobre el equipo con el que piensa gobernar —en teoría— hasta 2020.

Y ya con la legislatura rodando, al presidente gallego le tocará afrontar no la más urgente, sino la más importante de sus tareas pendientes: su relevo

Desde su entorno se negó que la configuración de la nueva Xunta vaya a suponer una «revolución», lo que se interpretó como cierta continuidad. Y en parte sería lógico pensar en que sigan los conselleiros nombrados el año pasado: Ángeles Vázquez Mejuto, José Manuel Rey Varela, Jesús Vázquez Almuiña, Valeriano Martínez y Román Rodríguez. La de Melide representa a la nueva hornada del PPdeG y superó los primeros exámenes del lácteo y los incendios; el segundo es un hombre con peso interno que ya quedó fuera de las quinielas para otros puestos; el responsable de Sanidade apagó algún incendio de su predecesora —Rocío Mosquera— y no encendió ninguno más; el responsable de Facenda ya anda metido de lleno en los presupuestos de 2017; y el titular de Educación y Cultura tiene boletos para seguir, aunque no se descarta que con la mejoría económica ambos departamentos puedan separarse. Y en la misma situación que estos cinco conselleiros estaría Ethel Vázquez, que aterrizó en el Ejecutivo solo un año antes, en 2014. A todos ellos se da por echo que se sumará el monfortino Francisco Conde, cercano a Feijóo y al que el presidente no duda en alabar en público por su gestión en Industria desde 2012. Con los tres que llevan en la Xunta desde 2009 (Alfonso Rueda, Rosa Quintana y Beatriz Mato) puede haber alguna duda, aunque más que por motivos de gestión, sostienen algunas voces en el PPdeG, por el cansancio y el desgaste propio del cargo durante tanto tiempo, que podrían desembocar en alguna renuncia personal. Y una vez se designe al Gobierno y a los altos cargos, las listas electorales irán corriendo y quedará configurado definitivamente el grupo parlamentario del PPdeG, donde también tocan nombramientos: desde la presidencia de la Cámara hasta el resto de puestos de la Mesa, portavocías y viceportavocías, comisiones, etc. Ahí tendrá peso la opinión de Pedro Puy, líder natural de un grupo de 41 diputados que presentará muchas caras nuevas, alguna de ellas que apunta a promesa de futuro. Y ya con la legislatura rodando, al presidente gallego le tocará afrontar no la más urgente, sino la más importante de sus tareas pendientes: su relevo. Si cumple su compromiso de no repetir, le toca preparar el terreno —nada fácil— de buscar sucesor. Tiene cuatro años para hacerlo y, visto el resultado que dieron los experimentos sobre la bocina de PSdeG y En Marea, seguro que no lo deja para última hora.

La provisionalidad del PSdeG
En el Partido Socialista de Galicia la situación es de absoluta provisionalidad. Ni el mejor vidente se atrevería a dar un pronóstico de lo que ocurrirá en la familia socialista más allá de unas horas. Tras caer Pedro Sánchez en Madrid, a la gestora gallega no le queda otra que seguir la hoja de ruta trazada y poner a andar el grupo parlamentario con Xoaquín Fernández Leiceaga de portavoz, aunque con una situación de interinidad total ya que si los críticos siguen acumulando poder y logran desbancar a Pilar Cancela de la Rúa do Pino, la nueva cúpula gallega podría nombrar a otro portavoz en O Hórreo, de forma unilateral y sin contar con el resto de diputados, como ya ocurrió antes del verano con Patricia Vilán. El problema del PSdeG —uno de ellos—es que está metido en una espiral autodestructiva que tiene su mejor reflejo, precisamente, en el grupo parlamentario, que siempre acaba enfrentado al aparato. José Ramón Gómez Besteiro se encontró cuando accedió a la secretaría general, en 2013, con buena parte de sus 18 diputados de perfil ‘pachista’. Él, al no estar en la Cámara, nunca le dedicó mucho tiempo, lo que fue un error porque, a la larga, el grupo acabó convirtiéndose para él y los suyos en un dolor de muelas. Exactamente lo mismo que podría ocurrir si la herida abierta en el PSdeG perdura y son los críticos los que mañana se hacen con el mando en la Rúa de O Pino: lidiarían con un grupo contrario a ellos, salvo contadas excepciones, como Abel Losada o Raúl Fernández.

En Marea, el reto de la unidad
Tres diputados de la línea oficial de Podemos, tres de la rama crítica, tres de Esquerda Unida, dos de Anova, una independiente y una de Cerna. Este es el puzzle que tendrá que componer y mantener unido Luís Villares en el Parlamento si quiere evitar que En Marea se convierta en un nuevo Age, la exitosa coalición de Xosé Manuel Beiras que empezó la legislatura en 2012 con nueve parlamentarios y la acabó este verano con seis. De momento mostró voluntad, aunque lo cierto es que no todo está en sus manos, porque dentro de su grupo hay tantos intereses distintos como siglas. A Mario López Rico (Cerna) le faltó tiempo el 25-S para atizarle en las redes a Pablo Iglesias tras echarse flores por convertir a Podemos en segunda fuerza en Galicia. 

La UPG tiene que dar más carnés
El Bloque sigue con grupo propio en el Parlamento tras desfilar meses por el alambre, y ahí, en O Hórreo, tendrá la mejor plataforma desde la que promocionarse para tratar de recuperar parte del espacio electoral perdido. Lo que ocurre es que para ello tendrá que ensanchar su base, y eso implica que el BNG vuelva a ser algo más que la UPG, su corriente mayoritaria y dominante; porque de no conseguirlo, los de Ana Pontón podrán vencer a las encuestas una y otra vez, pero corren el riesgo de convertir la franja de los 6-8 escaños en su nuevo Sillas del Parlamento de Galicia, que tendrán nuevos inquilinos a partir del día 21. agn techo electoral.

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