Opinión

Trump

PARA QUE no haya dudas, yo también estoy horrorizada con la victoria de Donald Trump. No, no me gusta que el hombre más poderoso del mundo sea un tipo machista, clasista, racista, extremista, populista y todos los ista que se nos ocurran a usted y a mí. Pero resulta que, por razones que se nos escapan, este señor ha ganado las elecciones americanas. Podemos buscar la explicación en las anomalías del sistema, en las cada vez mayores diferencias entre la América profunda y la que sale en las películas o en la dudosa idoneidad de la candidata demócrata, pero el caso es que el señor Trump se ha llevado el gato al agua, y lo menos que debemos hacer es aceptarlo con deportividad. Llevo días escuchando a comentaristas políticos y a amigos personales despotricando contra los votantes americanos con un grado de virulencia tal que muchos han llegado al insulto. La democracia es lo que tiene: que no siempre gana el que nos gusta. Y no, no comprendo que Trump haya seducido a tanto votante, pero tampoco que Podemos tenga en España más de cuatro millones de votos, y ahí están el uno y los otros. Y una cosa es mesarme los cabellos preguntándome qué demonios está pasando, y otra emprenderla a improperios con quien llevó donde están a Podemos y a Trump.

En el mundo con el que sueño, Donald Trump nunca sería presidente ni de su comunidad de vecinos, ni Podemos tendría tantos escaños en el Congreso, pero las cosas no están hechas a la medida de nuestros deseos. Cuando te despiertas y el dinosaurio sigue ahí, lo único que puedes hacer es apretar los dientes y esperar que las cosas no sean tan malas como parecen. Hillary pidió para el presidente electo “lealtad y respeto”. Se me hace cuesta arriba respetar a un señor que asegura que si eres famoso puedes agarrar a las mujeres por el sexo, pero, por suerte, no tengo porqué llegar a tanto con don Donald. Nuestra única obligación es no ofender a todo un pueblo porque no nos guste lo que ha elegido.

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