Opinión

Tiene que irse, señor presidente

NO HE VOTADO al PP en estas elecciones. Tampoco voté al PP en las anteriores, y no lo haré en las próximas si las cosas siguen como están. Me niego a, con mi voto, avalar el comportamiento de quienes han contribuido a sembrar la desvergüenza en Génova 13 y sus satélites. En el PP hay buena gente. Mucha. Algunos son incluso buenos amigos míos: personas que han estado en mi casa y con las que he brindado por tiempos mejores. Pero todo eso queda oscurecido por la sombra espesa de otros -no pocos- que están conduciendo al partido, y con él al país entero, al desorden y al abismo. El PP agoniza junto a un PSOE convertido en un pollo sin cabeza que va de aquí para allá pidiendo el árnica que tampoco le dan las urnas. Mientras, Ciudadanos espera turno, Podemos y su carajal de marcas se hacen con el pandero.

Haga un último favor y deje que otro se haga cargo del timón antes de condenarnos a un naufragio donde habrá más víctimas que quienes un día le votamos

El latrocinio y la mangancia han dejado las dos principales ciudades de España en manos de populistas sin experiencia en gestión, que prometen café (o calimotxo) para todos sin especificar cómo van a pagar la barra libre. No han hecho ni una cuenta. Repiten el mantra de que los ricos son malos y los pobres muy buenos, y eso unido al imponente basurero en el que se ha convertido la cosa pública española es suficiente para darles una ventaja electoral estratégicamente incuestionable. No se puede eludir el problema. No basta con darse golpes de pecho. Rajoy tiene que irse. Asumir su responsabilidad en este caos de cajas B, trajes, escopetas y confeti, en este sindiós de bolsos de firma y reformas sospechosas. El Partido Popular, tal y como lo conocimos, es un monstruo agonizante cuya única oportunidad es que alguien le clave en las entrañas la estaca de madera o la bala de plata de la refundación. Peguen fuego a todo, barran las cenizas y empiecen de cero. Señor Rajoy, haga un último favor al partido y deje que otro se haga cargo del timón antes de condenarnos a un naufragio donde habrá más víctimas que quienes un día fuimos sus votantes.

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