Opinión

La jueza, la bruja y la moción de censura

 MIREN QUE tuve yo una semana movidita. Miren que había cosas que preguntarme y que querer saber. Miren que había suspense en el Congreso. Miren que había rumores que aseguraban que mientras se dirimía la moción de censura el presidente Rajoy estaba atrincherado en un restaurante. Pues nada, oigan: que lo que querían saber mis amigos era la veracidad de la noticia que hablaba de una jueza de Lugo que tenía un negocio paralelo como tarotista. Rajoy no llegaba al pleno y mi amigo Manolo me enviaba una captura de pantalla con un anuncio donde el dibujo de una mujer rotunda, con sombrilla y todo, se ofrecía a leerte el futuro en las cartas. Y yo, en mi escaño, viendo el bolso de Soraya Saenz de Santamaría sobre el asiento del presidente del gobierno, intentando convencer a mis contactos de que en Lugo esto es una excepción y que los lucenses somos gente seria. Pero es difícil. Mucho. La moción de censura avanzaba y mientras era testigo del advenimiento del gobierno Frankenstein, imaginaba el cuento de la jueza de día, pitonisa de noche. Como está el pluriempleo, cómo está el sector público que dicen que hasta una jueza de vigilancia penitenciaria se monta en casa un chiringuito para completar el salario: durante la semana decido quien sale de la cárcel, y el sábado y el domingo te leo los arcanos mayores. Bildu, Esquerra y los de Convergencia le prometían apoyo al PSOE en un remedo tenebroso del contrato de Fausto, y yo preocupada por defender contra viento y marea la imagen de mi pueblo. Acabó la sesión, que tenía mucho de aquelarre,  se confirmaba que Rajoy estaba aún de sobremesa, y yo recibía el enésimo mensaje haciendo bromitas con el cuento de la jueza que viene a disputarle el puesto a la bruja Lola. Me llegaban memes de Rajoy y de los suyos y chascarrillos varios sobre la echadora de cartas. El país zozobra en manos de separatistas y populistas, pero hay quien se ríe. Esto es un festival. Una coña. Vuelve, Berlanga, que te lo estás perdiendo.
 

Comentarios