Opinión

Bioneuroemoción

YO NO tenía la menor idea de lo que es la bioneuroemoción. Ahora sé que se trata de una disciplina que defiende que las enfermedades que nos acechan tienen que ver con los conflictos con la gente de nuestro entorno. Chúpate esa, Maripili. Hombre, es lógico que si tienes una jaqueca no es bueno que te visite la atorrante de tu cuñada, pero relacionar las migrañas con un pariente pelma o un amigo malvado es de locos. Utilizar obviedades como base científica es la bandera de lo que llamamos pseudociencias. Me hablaron de un tipo que pregonaba las virtudes de los “bosques terapéuticos”, y quería plantar uno cerca de cada hospital. Vamos a ver, nadie va a discutir las bondades de un paseo por la naturaleza como guinda de cualquier recuperación. Pero una caminata bajo los castaños sólo sirve para estirar las piernas mientras se respira aire puro. Las pseudociencias son supercherías a las que acuden los desesperados, los desorientados, a veces los ignorantes, en busca de milagros que no existen. En busca de curas benignas para males terribles que sólo pueden enfrentarse de mano de la medicina. Luego, el santón de turno te dice que el agua milagrosa o la charla estimulante que te vende como se vendían en el lejano oeste los frascos de crecepelo no tiene efectos nocivos. Es verdad a medias: por supuesto que los besos y los abrazos son un complemento a cualquier terapia, claro que la música relaja los nervios y las infusiones de hierbas templan el estómago. Pero no curan el cáncer, ni la esclerosis múltiple, ni un ictus. Y algunas de las personas a las que les lavan la cabeza estos científicos de pacotilla acaban abandonando los tratamientos médicos en favor del sirope de castaña pilonga o los cuencos tibetanos. Por eso, si un tipo les viene diciendo que la culpa de que estén enfermos la tiene el mal rollo con su prima, sepan que están ante un farsante. Se puede llamar especialista en bioneuroemoción, pero es el vendedor de crecepelo de toda la vida.

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