Opinión

Vacunas

VIVIMOS EN un país donde un padre puede ir a la cárcel por pegar un sopapo a su hijo. En cambio, no pasa nada si ese mismo padre pone en riesgo la vida del chaval decidiendo no vacunarlo contra una enfermedad grave. Hace unos días, un niño de Olot contrajo la difteria después de que sus padres se negasen a ponerle la vacuna pautada. La corriente antivacuna está muy en boga entre modernos gilipuertas que no quieren contribuir al negocio de las farmacéuticas y, como decía el doctor House, prefieren apoyar el de los ataúdes infantiles. El niño de Olot está en estado crítico, pero las autoridades sanitarias se han apresurado a compadecer a los papaítos, que lo están pasando muy mal: "en este caso hay dos víctimas -dice el consejero de Salud Pública de la Generalitat- el niño y sus padres".

La corriente antivacuna está muy en boga entre modernos que no quieren contribuir al negocio de las farmacéuticas y prefieren apoyar el de los ataúdes infantiles

Permítame que disienta, caballero: aquí la única víctima es el crío que está en la UCI y al que podrían quedar secuelas de por vida. Sus padres son unos irresponsables que prefirieron escuchar los cantos de sirena de un puñado de majaderos posmodernos que los consejos del pediatra. Si un padre lleva al niño sin cinturón y el coche tiene un accidente, el progenitor tiene responsabilidad penal. No entiendo que se den tanta prisa en exonerar a los colaboradores de un drama. ¿O tiene peor intención el que no sujeta al niño en el asiento de atrás que el que juega a ser hippy pretendiendo que un chiquillo se inmunice por su cuenta? ¿Y si permitimos que un niño de tres años vaya solo al colegio para que aprenda a espabilarse? ¿Y si le dejamos echar un pitillo de vez en cuando para que decida si el tabaco es malo o bueno? Al final, son decisiones tan personales como la de negarse a prevenir la difteria por métodos químicos. La moda en contra de la vacunación infantil es una peste que se extiende. Tomar medidas legales contra quienes ponen en peligro a sus hijos por jugar a seguirla puede servir para que otros descerebrados recapaciten antes de que sea tarde.

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