Opinión

Lo del chalet

YO JAMÁS me compraría una casa como la de los líderes de Podemos. Tienen mi palabra de honor, mi firma con sangre, lo que quieran. Pero no por una cuestión de ética, ni porque crea que las casas de campo alejan de la realidad: conozco a uno que vive en la plaza Mayor y anda con los pies a un metro del suelo. No compraría una casa como la de Pablo Iglesias porque me aterra la idea de coger el coche para comprar una barra de pan. Dicho esto, creo que cada uno puede elegir la casa que le dé la gana, y si Pablo e Irene tienen ahorros y han sido  hábiles a la hora de negociar con el banco para conseguir una hipoteca en buenas condiciones (¿veis como la banca no es tan mala?), me parece perfecto que vivan donde les gusta a ellos y no donde me gusta a mí. Nunca he compartido la obsesión por suponer que una persona de izquierdas tiene que dormir en un cuchitril, llevar ropa fea o comer bocadillos de mortadela. Si alguien, de izquierdas o de derechas, ha ganado su dinero de forma honrada, por mí puede gastarlo en zapatos de cocodrilo o en bocadillos de caviar. Lo chirriante de la izquierda aburguesada es el postureo. No puedes andar subiendo fotos de cenas de salami barato y pan de molde, y luego irte de extranjis a comer caldereta de langosta. No puedes renegar de los coches oficiales y luego subirte a uno. Y no puedes poner verde a alguien que se compra un ático y luego instalarte en un casoplón en la sierra con la piscina de rocalla. Porque si a uno se le llena la boca criticando al que elige vivir en la urbanización de las afueras y dos años más tarde se traslada a un conato de mansión con casa de invitados, uno no puede por menos que preguntarse qué le ha pasado por el camino. Aquí no se piden sacrificios, sino coherencia. Espero que a Iglesias y Montero les vaya bien en el chalet de marras, porque me temo que los 650.000 euros no van a ser nada al lado del precio que van a tener que pagar. Pero no por la casita, sino por hablar de más.

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