Opinión

Lo de los sellos

Decenas de medios internacionales, con el Washington Post a la cabeza, arrean a España estos días después de que Correos lanzase una emisión de sellos para reivindicar la igualdad entre razas y asignase al sello negro el menor valor de todos. De hecho, el sello blanco era el que más valía, y la cosa iba descendiendo a medida que los sellos se ponían oscuritos. Me pregunto a qué clase de melón se le ocurrió semejante tontería, empezando por meterse a lo de pedir igualdad desde los sellos de correos. Pero en la cultura pop del sanchismo y los sanchistas (el presidente de Correos —50.000 empleados públicos, 200.000 euros de sueldo— es un gran amigo de Sánchez colocado a dedo sin la menor experiencia en gestión empresarial) todo el mundo tiene que pasarse el día demostrando que es igualitario, transversal, resiliente y sostenible, y lo hace con lo que tiene a mano. Pero es que lo hacen mal. Si quieres denunciar el racismo con un sello (con un sello, hay que tocarse las narices) coges las estampitas que simbolizan los colores de la piel, y les asignas a todas el mismo valor. Pero no, había que ir de más a menos en función del grado de oscuridad y hacerle al país una pequeña campaña de imagen negativa, que es exactamente lo que necesitamos ahora. El racismo es un tema lo suficientemente delicado como para no arriesgarse a abordarlo desde el plano simbólico. Si no lo sabes hacer bien, no lo hagas, porque una campaña que hay que explicar es siempre una mala campaña. Gracias al esperpento, por el mundo adelante van a pensar que Correos España está en manos de racistas, cuando el problema es, simplemente, que está en manos de un tipo al que había que colocar porque era amigo del presidente del Gobierno. 

Mientras, en Italia, Mario Draghi ha anunciado que saca de las empresas públicas a todos los cargos políticos, que llegan los fondos europeos y hay que gastarlos bien. Buena decisión. Ya verán como a Draghi no le pasa la mamarrachada de los sellos.

Comentarios