EN UN colegio de Guadalajara, tres alumnos de tercero de la Eso han sido amenazados con un castigo por dibujar una bandera de España en un trabajo escolar: "Cuidado con este tipo de alusiones políticas porque pueden ser motivo de sanción grave", escribió la profesora, que dijo además a los chicos que había tenido que mediar con la dirección del centro para evitar su expulsión.
Vamos a ver: entiendo perfectamente que a una profesora le moleste que unos chavales ya talluditos (los alumnos de tercero de la Eso tienen 14 o 15 años) decoren un trabajo escolar con elementos ajenos al tema propuesto, en este caso la pintura de Caravaggio. Es lógico, pues, llamarles al orden, y da igual que hayan pintado una bandera de España, un amor de madre o el escudo del Real Madrid. Pero cuando la profesora de marras habla de "alusiones políticas" es lógico sospechar que lo que le molestó fue la bandera y no que tres quinceañeros se tomaran la licencia de hacer dibujitos en una actividad lectiva.
Lo de hablarles de expulsión daría risa si no moviese al miedo: ¿puede ser motivo de expulsión pintarrajear cartulinas, así, en general, pintes lo que pintes, o es que en Guadalajara hay un colegio donde te desescolarizan por decorar con banderas el material de clase? A mí no me parece apropiado pintar una bandera de España en un trabajo sobre pintura italiana —o sobre morfología de los crustáceos, o sobre el calentamiento global— igual que no me parecería lógico dibujar corazoncitos o estrellas polares. La pregunta es ¿se habría indignado tanto la profesora si los críos hubiesen garabateado cualquier otra cosa en su trabajo? ¿les habría amenazado con la expulsión de haber pintado el símbolo de la paz o el emblema pirata de la calavera y las tibias?
El grado de dramatismo que ha alcanzado la historia trasciende al hecho, porque está claro que lo que molesta a la profesora es el ataque de patriotismo de tres adolescentes. Y eso sí que es para preocuparse.
