Opinión

Como la aldea de Asterix

SÉ QUE predico para el converso cuando hablo aquí de lo pésimamente comunicado que está Lugo, pero no ya con otras zonas de España, sino entre ciudades gallegas. Una vez, coitada de mí, se me ocurrió ir a La Coruña en tren para ver a mi familia política. Como platos se me quedaron los ojos cuando comprobé que para cubrir los cien miserables kilómetros que separan las dos ciudades, la Renfe se toma dos horitas como dos soles: más de lo que tardo en ir de Madrid a Córdoba, que está a 400. La odisea se repite con cualquier capital gallega. Como resultado, lo único que queda es el coche. El coche y el autobús. Lo que queda o lo que quedaba, porque resulta que el transporte directo que existía entre Lugo y Vigo también ha desaparecido. Así que ya saben: volante, carretera, manta y cuidado con los baches, que las autovías están hechas una pena. Cuando yo vivía en Oxford, hace de eso veinte años, había a diario cuatro autobuses al aeropuerto de Heathrow, y veinte - ¡ veinte! – que viajaban a Londres, además de un tren cada hora. El bus y los vagones iban medio vacíos, pero contaban con ayudas públicas para mantenerse, porque el objetivo era que los oxonianos pudiesen disfrutar de las ventajas de Londres, y al revés. Igualito que aquí. Si yo fuese una conspiranóica me preguntaría si todo esto – las más de siete horas que se toma el tren de Lugo a Madrid, la ausencia de autobuses directos entre capitales, las carreteras llenas de agujeros – forma parte de un plan perverso para aislar a Lugo del resto de la civilización, como aislaban los romanos a la aldea gala de Asterix. A lo mejor lo de ponerlo difícil para salir de las murallas obedece a alguna intención última, no sé, que los de Lugo no demos la tabarra por ahí fuera o que no vengan los de fuera a dárnosla a nosotros. En cualquier caso, no hay derecho. Porque, con toda probabilidad, Lugo es la ciudad peor comunicada de toda Galicia. Que es como decir que es la peor comunicada de España. 

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