UNA MAÑANA de éstas he visto a una joven estrenando una gabardina de temporada, acompañada de un vestido sin medias y unos zapatos bajos de verano, recogiendo el agua que corría presta por las calles de Santiago. El naufragio de los pies de esta chica es habitual en esta época del año. Llega el entretiempo, ese período en el que, en cuanto a atuendo se refiere, todo vale. Quizá la protagonista de la anécdota lo haya llevado al extremo, pero lo cierto es que en estos meses podremos ponernos lo que queramos, no hay ley. Y lo hacen posible la amenaza de lluvia que no sabemos si llegará a cumplirse, el “ni frío, ni calor” y la chaqueta que nos protege del “fresco”, ese término que tantas veces repetiremos estos días. El entretiempo es la época del año para combinar nuestras prendas favoritas del verano que se va con las mejores adquisiciones de la nueva temporada, mientras el armario sufre un empacho de ropa. El entretiempo da la oportunidad de lucirse como nunca o de pasarse de la raya. Tenemos todas las posibilidades, pero debemos usarlas con tino para lucir nuestros mejores atuendos, no como la joven de esa mañana que ahogó sus pies por cuestiones de estilismo.
