Opinión

Las formas en política

NUESTROS POLÍTICOS se preparan para la batalla con palabras estudiadas y gestos medidos para dar la mejor versión de sí mismos. Las formas se renuevan en campaña electoral y los políticos parecen estar cubiertos por una pátina de buena educación que a muchos les falta el resto del año. Pronto volverán las discusiones en el Congreso, cuyo telón de fondo será un eco de gritos y abucheos. Cuando los máximos mandatarios de un país tienen que recurrir a tan pueriles métodos, algo estamos haciendo mal. Cuando gritan o abuchean exhiben su mala educación, pero además deshonran la oportunidad que les brinda la gente de subirse al atril más importante del país, a ese lugar privilegiado donde su voz, sus ideas y convicciones tienen eco en toda la opinión pública. Cuando un político jalea o insulta muestra su indiferencia por la tarea que le enconmiendan aquéllos a los que representa. Si no fuese por el bombardeo publicitario estaría bien una campaña electoral eterna. Pero lo cierto es que la buena educación no debería estar relegada a los momentos en los que apuntan los focos. La corrupción a nivel económico traspasa límites. También hay una corrupción de las formas y, con ellas, de los valores.

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