Opinión

Invasión zombi en la redacción

Ante la pobreza temática en el mes de agosto, con la bandeja de entrada vacía de correos, no queda otra que escarbar, escarbar y escarbar

NO OS podéis hacer una idea de lo duro que es trabajar en el mes de agosto en un periódico. Parece como si una invasión zombi hubiese arrasado con cualquier rastro de vida humana. Todo se volatiliza. Desaparece como por arte de magia. Inocente de mí, accedo al correo con la ilusión de encontrar en la bandeja de entrar algún email que me indique que todavía hay esperanza. Pero la pantalla me devuelve rápidamente a la realidad estival, con un vacío absoluto. Nada donde rascar. Ningún hilo del que tirar.

Si pruebo a hacer alguna llamada, lo más probable es que me responda muy amablemente el contestador. A veces tengo suerte, y no solo escucho una voz enlatada, sino que me descuelga la persona con la que quería hablar. Pero no tendrá nada interesante que contar, ya que estará relajándose en la playa, tumbado a la bartola y tomándose un mojito.

Y este es, en resumen, el día a día de cualquier redactor en agosto. Temas enlatados y tirando de nevera. Y escarbar, escarbar, escarbar.

Hace unos días, unos colegas se reían de mí por un reportaje que salió publicado en el suplemento de A Chaira. Con motivo del décimo aniversario del lago de As Pontes localicé a los cuatro chavales que estrenaron sus aguas y los animé a que se volviesen a bañar. Me pareció una idea diferente. ¡Refrescante!

Ante la pobreza temática, no queda otra que improvisar. Y ya tengo en mente un nuevo trabajo periodístico: Animales extraordinarios. No os voy a adelantar mucho, pero estad atentos, no os va a dejar indiferentes.

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