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Si su deseo es verla así

 

KIRI ES una miniserie británica de cuatro capítulos que no es Happy Valley pero que tiene a Sarah Lancashire de protagonista y, eso, lo saben igual que yo, es una victoria. La trama promete y la narración fluye por caminos complejos, con una niña adoptada desaparecida y una trabajadora social culpada de su desaparición. Hay muchos temas que se encuentran en el planteamiento de la serie y que van, poco a poco, saliendo a la luz; temas que empujan a pensar, de nuevo, en ese universo paralelo que está habitado por otros como nosotros que jamás tendrán vidas como las nuestras.

Imagen de la serie 'Kiri'. EPLa drogadicción y sus parajes de terror y vacío, de fin y principio en un tiempo que se encoge y se estira y que no se puede llamar vida, porque es algo distinto. Ahí hay túneles y sombras en forma de trampa infinita, y una va y una se pierde y una se acurruca en una esquina hasta que todo pase y entre, por algún resquicio, un hilo de luz. Con eso, quizá, con ese destello, se consiga pasar el día y en la noche ya dirán los monstruos lo que se ha de hacer. A este lado hay personas que luchan y que también pierden, pero que poseen cosas tales como una ventana o una puerta que pueden abrir y cerrar a su antojo, dejando entrar o prohibiendo el paso a esa luz arrojada de otros sitios en los que no está permitida. Todo ese brillo de más no nos corresponde. Es robado de lugares donde se existe a tientas. Hay gente, que aun así, actúa como si el brillo le perteneciera, como si emanara de ellos un resplandor propio que, a la vez, los protege y los aísla, formando para sí, un aura divina. O no saben o no quieren admitir que lo que refulge está fabricado con el dolor de otros. Que el hecho mismo de irradiar tanta luz significa ser parte de un pillaje eléctrico a buena parte de la humanidad.

Hay personas, no obstante, que luchan y que también pierden, que van a donde nadie nunca va, y pisan las huellas que dejaron los seres ahora oscuros, se meten dentro de ellas e indagan en un porvenir definitivamente clausurado.

Esas personas pierden de antemano con todo lo que son y a veces no se recuperan. Ocurre con la trabajadora social protagonista de esta historia. Un personaje derrotado e invicto al mismo tiempo. Esa contradicción es la base de su potencial y con eso Sarah Lancashire construye un ser digno a pesar de todas las cosas. La totalidad de las zonas en sombra de lo humano están transitadas por un personaje cuyo trabajo consiste en poner a salvo lo que sea que quede, en poner a salvo la posibilidad. Ya solo por eso, la belleza, aunque sea en alguna de sus formas intrincadas y difíciles, existe.

Está, por otra parte, y conectado a su vez con ese oscuro mundo del principio, un espacio en el que hay hogares que desde fuera parecen hogares y un vez dentro son guerras locas, cruentas e inservibles. De ahí lo que queda, generalmente, son niñas y niños rotos —pareciera que, aun así, jugando— en la más completa oscuridad. A veces llegan y otras veces no, las personas que van a donde nadie nunca va. Cuando lo hacen, aunque ya han perdido, tratan de recomponer la fractura y construir un mundo nuevo siempre con una ventana, por lo de la luz. Si, en uno de esos viajes, la persona va y recompone y construye y abre y entra un fulgor y, de pronto, algo sucede. Si, de pronto, algo sucede y es tan irreparable que perder parece poco. Si resulta que la belleza, en cualquiera de sus formas y por mucho que se quiera creer en ella, no solo no existe sino que ni siquiera se sueña.

Si todo eso, puede pasar una serie como Kiri. Si su deseo es verla así, de esta manera.

Estas derivas no-estéticas
Gracias a Dkiss, que me proporciona esta información vital, me entero de que hay una modelo sueca llamada Natasha Crown, adicta a la cirugía. Pero muy adicta. Y que se ha hecho una página web a través de la que acepta donativos a cambio de fotos y vídeos de ella con las partes de su cuerpos reconstruidas. Quiere más. Así que hay que seguir aportando a esta verdadera causa social. No digo más porque no tengo en mi repertorio palabras para este fenómeno. Tan solo ‘googleen’.

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