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Para volver a ser humanos

Título: FLESH AND BONE.
Creadora: Moira Wallet Beckett.
Reparto: Sarah Hay, Ben Daniels, Emily Tyra.
Cadena: Starz.
Calificación: ●●●○○

FLESH AND BONE sigue la historia de una bailarina de ballet clásico cuyo objetivo es triunfar. Lo diferente, en esta trama, con respecto a cualquier otra de estilo similar, es un planteamiento oscuro, alejado de todo enfoque glamouroso, una ambientación que roza en muchas ocasiones la sordidez y que pone de manifiesto varios submundos, tétricos, espeluznantes.

Es lo más interesante de la serie y, al mismo tiempo, lo más complicado de digerir. Esa mezcla de ambición desenfrenada y de traumas variopintos que posee la protagonista da mucho repelús.

El argumento juega un poco con el suspense y se va cerrando cada vez más, en un intento de hacer que la atmósfera se vuelva irrespirable. Lo consigue, a veces, otras no. Lo que sí es cierto es que así como esta serie tiene todos los elementos para convertirse en algo capaz de ser recordado, también es verdad que se topa con algunas dificultades que le cuesta superar. Son escollos de guión y de desarrollo de personajes. Salvo el principal, el resto gira alrededor sin acabar de cuajar porque están desdibujados o dibujados con trazos demasiado gruesos como para distinguir matices. Esto resta empuje a la historia y pierde consistencia a medida que avanza.

Hay mundos debajos del mundo, realidades al lado de la realidad. Lo más inquietante de Flesh and bone es percibir precisamente eso, notar cómo las vidas se deslizan por grietas terroríficas, como heridas abiertas que jamás tendrán la posibilidad de cerrarse. Aparecen esbozadas las mafias, la prostitución, los abusos sexuales, las drogas y las enfermedades como compañeros casi inseparables del ballet, como los entresijos repulsivos pero también indispensables para que ese universo funcione, para que sus estrellas brillen y para que el público se rinda a sus pies. Es esa necesidad de suciedad lo que descompone, lo que desagrada. Porque al final, todo lo escondido emerge, de algún modo, y cubre las superficies falsamente relucientes. El sacrificio, el esfuerzo, la superación no son, en realidad, valores encomiables ni ejemplos a seguir. Porque se desvirtúan. Porque lo que sale de ahí, al final, son vidas deshechas, dolores infinitos y futuros inadaptados. Nadie quiere la humanidad después de haber poseído la divinidad. Ese puente que hay que cruzar para volver es un puente roto y nunca se alcanza el otro lado. Esa tierra de nadie es el vacío existencial que suele deshacer al que lo sufre.

‘Flesh and bone’. Carne y hueso. Hay que darlo todo para ser la mejor. Entretanto, la protagonista se ve amenazada por un pasado de lo más escabroso que la persigue y del que intenta huir como mejor sabe, que no es, ni mucho menos, la mejor opción. El suspense viene de ahí, de esa persecución y esa huída hacia adelante repleta de decisiones equivocadas y casi fatales. A medida que ella cree que se está alejando, lo que hace es aproximarse más y más. Sale de un punto para llegar al mismo punto, puede que con más miedo aún. La trayectoria del personaje principal, esa bailarina destinada a ser una estrella, y el entorno que se torna sombrío mientras avanza, es lo más acertado de esta serie, en la que no puede faltar la referencia a la película Cisne negro, también especialmente destacada por su sórdido tratamiento del ballet y de sus figuras.

Una máscara. La del poder. La de la soberbia. Debajo está el mundo que alimenta el rencor, el odio, la envidia. Debajo el entramado voraz que no deja a su paso más que desechos. Y lo único que queda es tiempo. Siglos para recomponer las fracturas y volver a aprender cómo éramos cuando éramos humanos.

Siempre es mejor innovar

Hay un un programa que se llama Las bodas de Sálvame de Telecinco, como no podía ser de otro modo. Lo presenta Kiko Hernández y está súper bien, sobre todo porque es una idea que jamás hasta este momento se había llevado a la pantalla. Se quieren casar, llaman a la tele y se casan en directo. Un programa que informa, forma y entretiene. No se puede pedir más. Pero afirmo que lo que más espeluzna es la web del presentador, Kikohernandez.es, por si les pica la curiosidad.

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