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Lo que hay detrás, oculto

Título: DE HAVLT DOLDA
Creador: Simon Kaijser
Reparto: Bruno Arfors, Ulf Friberg, Kistoffer Berglund
Cadena: SVT1
Calificación: 4 de 5

INTERESANTE SERIE. Es sueca. Es de calidad. Es distinta. Es muy muy muy inquietante y tremendamente perturbadora. No hay tramas de terror ni de misterio ni de zombies ni de crímenes. Solamente son familias. Cuatro familias a las que la cámara sigue en dos épocas distintas, la década de los 70 y la de los 90. Está rodada con sencillez, incluso se podría decir que con un discurso exiguo, sin apenas explicaciones, sin barroquismos. Un lenguaje que va directamente hacia un objetivo y que no se para a contemplar el entorno. Sin embargo, estas familias, su vida, sus relaciones, sus anhelos, sus penurias, están perfectamente contextualizadas en unas escenas esenciales. Nada es superfluo, no hay margen para la contemplación estética ni respiro para el problema moral. Lo que se narra es la raíz, no hay tiempo para detenerse e imaginarse, siquiera para descansar, una posible y deseada frondosidad futura. Perturba porque se adentra en lo primario y lo expone con frialdad, con rigurosidad, con contundencia. El sentimentalismo es impensable en esta serie que, no obstante, no hace otra cosa que hablar de sentimientos. Emociones que nunca desbordan pero que muestran más que si lo hicieran.

De halvt dolda’, ‘The half hidden’, en inglés, ‘La parte oculta’, en español, es una serie que narra la vida de unos jóvenes, en diferentes entornos familiares, y sus procesos de crecimiento, sus viajes iniciáticos, sus confusiones, sus traumáticos encuentros con un mundo -el de los adultos- que todavía no consideran propio. En ese torbellino que es la adolescencia, unos se salvan y otros no, unos se transforman y otros no, unos salen reforzados y otros no saldrán nunca más. Destaca el posicionamiento narrativo, que cuenta sin juzgar, que transmite lo que observa, sin derivas ni tentaciones valorativas. Nos encontramos, por tanto, con una atmósfera que asfixia, con un aire que se enrarece y disminuye a medida que los capítulos avanzan. Es una miniserie, así que la historia se cierra, en una decisión consecuente con su planteamiento. Se cierran las puertas de una etapa y aquellos que quedaron fuera ya no tendrán oportunidad de entrar. He aquí lo angustioso. Asistir muy de cerca a una causa, la de la adolescencia, contemplar su desarrollo, sus tiras y aflojas, sus incapacidades para afrontar una vida interior que se despliega como sin querer, en contra de voluntades. Examinar de primera mano los indicios de una peligrosa descomposición familiar, que se agranda a lo social hasta convertirse en monstruo. Comprobar, con tristeza, con pasmo, con rubor, cómo la moral, la religión, la costumbre, la norma, la ideología, se degrada, se envilece; cómo se tergiversan y corrompen las palabras y los actos; y cómo esa vorágine se lleva por delante vidas, futuros y oportunidades.

La parte oculta o la punta del iceberg o esa esquina en sombra a la que van a parar frustraciones, en la que se generan rencores, donde nacen venganzas. Un lugar donde anida la incomprensión y el sentimiento de diferencia -ese extrañamiento- busca desesperadamente una salida. Esta serie explora las opciones dispares de los adolescentes protagonistas, enmarcadas en unos entornos que pueden o no justificar sus conductas, que pueden o no explicar sus actitudes, que pueden o no servir para aplacar conciencias.

Asusta, estremece. Se fija en la memoria. Porque la serie no lleva a los protagonistas y a los espectadores por recovecos y caminos difíciles, pero de algún modo, transitables, superables, sino que los sitúa ante una vía muerta donde lo peor es seguir y lo peor es volver.

Debatir para entender
Adán y eva’ es un programa de citas en la que los participantes van desnudos y se pasean por una isla. Ojito, porque tiene un índice de audiencia por el que cualquier programa cultural mataría. (Es una metáfora). Y ahora se estrena ‘Pecadores’, un programa de debate en torno al primero, al de las citas. No sé ustedes, pero yo lo encuentro más que pertinente. Con la reflexión que genera su visionado, no nos íbamos a quedar así, intentando dilucidar solos problemática tal.

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