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Inhumana, de tan perfecta

Título: MADAM SECRETARY.
Creador: Barbara Hall.
Reparto: Téa Leoni, Tim Daly, Erich Bergen.
Cadena: CBS, Movistar Series.
Calificación: ●●○○○



SEÑORAS Y SEÑORES, les presento a una heroína, a una triunfadora, a la más: ‘Madam Secretary’, o sea, la Secretaria de Estado norteamericana que ni se despeina (porque ya va siempre a punto de tener que coger el peine 
para estar presentable en esos actos de Estado) en los momentos (que son prácticamente todos los momentos) en los que ha de tomar decisiones de vida o muerte.

Así es ella; no tiene miedo, aunque en algún capítulo sale a relucir alguna duda, que se disipa, cual ráfaga de aire, ante el peligro. Porque el peligro acecha, y salta en cualquier descuido. Pero ella no se descuida, porque fue agente de la CIA, y esas personas están acostumbradas a mirar las cosas varias veces para, ya saben, controlar el campo de acción. Cada dos por tres se requiere su presencia en esa sala oscura con pantalla gigante en la que se eligen destinos. Atacar o no, pulsar o no ciertos botones, enviar operativos, esas fruslerías. Ella, como sabe muchos idiomas, deja pasmados a los allí presentes a la mínima. Que estamos en modo Irán, pues se pone a hablar en persa; que pasamos a la República Centroafricana, pues ella habla en la lengua nacional. Es lo que tiene ese ‘background’ tan impresionante.

Se entiende que es difícil hacerle sombra, hasta podemos preguntarnos si, en realidad, tiene sombra. Su luz se proyecta infinitamente más allá de donde nuestros ojos alcanzarán jamás. Hay que admitirlo, porque la vida es así. A unos, todo, y a otros, el resto. Pero el asunto no acaba ahí. Como ya se deriva, personalidad tiene a raudales, y claro, al principio choca con la estricta normativa de palacio. Es un choque mínimo, tampoco una locura, pero algo hay. Dura más o menos dos minutos porque ese modo de ser, tan encantador, tan fascinante, tan sutil, convence a cualquiera. Da igual si estamos hablando del presidente. Cualquiera es cualquiera. Y no hay que olvidar la faceta madre y esposa ejemplar, también con algún tropiezo, con algún susto, pero que siempre se producen por ese sentido de la justicia que ella posee. Ella es el modelo a seguir, aunque -nos hacemos cargo- haya, de vez en cuando, daños colaterales. Como ella es perfecta, vamos a ver qué pasa con el guion.

Los capítulos, y no es nada malo, son de libro. Cuentan con una estructura narrativa clavada a cualquier patrón guionístico: inicio, primer punto de giro, segundo punto de giro, clímax y desenlace. O sea, ella comienza su jornada, entra en su despacho y se permite unos chascarrillos aquí y allá; de pronto, algo sucede y es ahí cuando la narración cambia de rumbo porque se presenta un conflicto; entonces, ella se pone manos a la obra con todo su apasionamiento y toda su inteligencia (no olvidemos que está sirviendo a su patria: los Estados Unidos de América) y encuentra una solución. El segundo punto de giro nos indica que, pese a su excelencia, su medida no funciona como se esperaba (aquí debemos dejar claro, para que conste, que la culpa siempre es de los demás). Y hay que ponerse a buscar otra salida. Claro, el ambiente se tensa. Parece que nada va a funcionar, que la van a despedir, que sobreviene el desastre. El clímax es el momento en que el drama es más drama y el peligro más peligroso. Es un sí o un no. Y ya después de haber adivinado que siempre es un sí, es decir, los desplazados vuelven a sus casas, los rehenes son liberados, los países renuncian a la guerra, a las torturas, a las masacres; ya después, la narración se resuelve y el fin del capítulo es el regreso a la ‘happy family’. Ay. No es la estructura, es el contenido.

Visto uno, ya deducen qué, ¿no?

Qué pena, ya no lo emiten

HUBO UN TIEMPO. Hubo un reality show. Se llamaba ‘We love Tamara’. O sea, Tamara Falcó. En el canal Cosmopolitan. No sé, no logro entender qué pudo haber ocurrido. Pero, o sea, ya no lo emiten. Para todos aquellos que se lo hayan perdido por alguna razón que no adivino, hay en YouTube los mejores momentos de esta emisión de culto. O sea, no estén tristes por favor. Hasta lo mejor se acaba, como en este caso. Algunos tildaron el programa de aburrido. Qué mala fe, de verdad.

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