Opinión

Una cola del cine en los 90

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El pasado 28 de abril dos ancianos de O Valadouro se perdieron después de ir a votar en las elecciones generales. Los encontraron al día siguiente, en pleno 1982, con el PSOE camino de la Moncloa después de que la izquierda centrase su voto en el partido de la rosa.

Los viajes en el tiempo están, en ocasiones, a la vuelta de la esquina. El que tenga suerte de contar con un cine en su ciudad corre el peligro estos días de retroceder a la década de los noventa. Basta con pasar por allí despistado y levantar la cabeza: Aladdin, Men in Black, Toy Story, Godzilla. El reinado de Felipe González está llegando a su fin.

La historia se repite, que decían Los Reincidentes bajo la influencia de Karl Marx... y tal vez de algo más. Las ideas se visten de distintas maneras para decir cosas muy parecidas. 

Sería allá por los noventa cuando, a la entrada del cine, escuché una frase que desde entonces asocio al séptimo arte. Unas amigas discutían sobre en qué sala entrar hasta que una de ellas dictó sentencia. "Vamos a ver una de risa, que para llorar ya me llega la vida".

El cine vive momentos difíciles acorralado por plataformas como Netflix, que ayer descubrí que cuenta con una categoría de contenidos que se llama 'Series y películas optimistas'. Le dicen así porque ‘Vamos a ver una de risa, que para llorar ya me llega la vida’ ya estaba cogido.

Quién me iba de decir que, con algo tan moderno entre manos, iba a volver a una cola del cine en plenos noventa.