Opinión

¿Qué es el miedo?

LA MEMORIA tiene cosas que la razón no entiende, como el amor. Y como el odio, supongo. Lo recordé antes de que empezase el partido del sábado; cuando, intentando adelantar lo que iba a pasar en el Pazo, la mente se me fugó hacia el desastre, hacia la derrota... hacia el miedo. Y el miedo me llevó hasta mi cuarto de la infancia en el que leí por primera vez ‘Astérix y los normandos’. ¿Recuerdan?. Ese en el que los vikingos llegan a la Galia con la intención de conocer lo que es el miedo.

Supongo que me acuerdo bien de aquel cómic por la envidia que me daban aquellos normandos. ¿Cómo será vivir sin miedo?, me preguntaba. Ahora sé, al igual todos ustedes, que es imposible. Que el miedo está ahí hasta cuando las cosas marchan viento en popa. El miedo a que todo se tuerza. El miedo a que el momento termine; a que el otoño se abra paso a empujones con sus negros nubarrones.

A mí con el Breogán esta temporada me pasa todo lo contrario que a los normandos de Astérix. ¿Por qué tengo miedo? ¿Por qué cada partido me parece el Annapurna? ¿Por qué cualquier equipo de mitad de tabla me recuerda a la Jugoplástica que tiñó Europa de amarillo el trienio 1989-91? ¿Por qué no confío en un equipo que me ha dado razones de sobra para creer en él? No lo sé. A veces pienso que es por cosa de magia, que si me pongo a ver el partido sin miedo y el Breogán pierde será por mi culpa; por ir de sobrado. Pero no debe de ser por eso. No tengo varita. Si la tuviera, el sábado hubiese borrado del mapa a Dani Rodríguez y Fran Guerra. Al final quien lo hizo fue el Breogán con un trabajo defensivo de libro. Y sin varita.

En momentos de lucidez pienso que quien tiene que tener miedo es el conjunto que cuando salte a la pista ve a cinco tipos vestidos de celeste. Y más en un Pazo dos Deportes del que esta temporada los rivales salen como las legiones romanas que se acercaban por la aldea de Astérix.

Voy a intentar cambiar. El próximo partido lo voy a encarar sin miedo. ¡Vaya! Es en la pista del Tau Castelló. No me fío. Bueno, pues el siguiente en casa. ¡Mierda! Es contra el Palencia, que no anda muy allá pero es el Palencia. Son muchos los disgustos acumulados ante ese equipo. Lo dejo para otra ocasión; no tengo remedio. Llegará el verano, el Breogán estará en la ACB, yo en la playa, y a lo lejos veré un drakkar repleto de vikingos ansiosos de que les explique qué coño es eso del miedo.

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