Opinión

La persona más graciosa del mundo

ME ENTERÉ de la noticia a través del escritor Miqui Otero. Tengo la asquerosa costumbre de abrir Twitter nada más despertar y allí estaba, como esperándome, la admiración de Otero hacia Chiquito de la Calzada hecha tuit. Mierda, pensé, se ha muerto, y se me escapó un 'norl' que cada minuto que pasa pienso que tiene más sentido. Me gustó que fuese Otero el encargado de darme la noticia. Lo conocí hace veinte años, cuando yo era joven y él empezaba a serlo, y una vez dijo de mí que era la persona más graciosa del mundo. Pocas cosas me han halagado tanto en mi vida. Por entonces Miqui aún estudiaba la carrera de Periodismo y hacía prácticas de verano en El Progreso, pero ya era un buen escritor, apestaba a ello. Era un piropo muy bien redactado.

Estoy seguro de que si pensaba eso de mí es por mi costumbre de aliñar las conversaciones con palabras y expresiones del universo chiquitistaní. ¡Ojo!, una práctica peligrosa, pues mal usada se convierte al momento en un disparo en pleno empeine. No sé si recuerdan, pero a mediados de los 90 España se dividía entre quienes imitaban bien a Chiquito y quienes lo hacían mal, entre quienes resultaban graciosos o cruelmente asesinables. No había término medio. Desde hace veinte años me gusta recordar que Miqui Otero me metió en la media España de los ganadores.

Chiquito se fue y aún no sabemos por qué es tan gracioso, por qué es inútil resistirse a imitarlo. Lo que parecía una moda pasajera se tatuó para siempre en la calle, en los bares, las oficinas, los colegios... Poca gente puede presumir de borrarse de este mundo con la sensación de haber hecho tan bien su trabajo. ¿Saben esos tópicos que se dicen de quienes se van para siempre? Aquello de que al menos nos queda su legado, sus recuerdos, su obra. Pues de Chiquito lo que nos queda es Chiquito, enterito, inmenso. Recuérdenlo, disfrútenlo, imítenlo. Sean, diga lo que diga Miqui Otero, la persona más graciosa del mundo.

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