Opinión

Es muy domingo

VIVIR CON un entrenador después de una derrota tiene que ser una pesadilla. Vivir con Marcelo Bielsa es imposible. En una ocasión, tras perder un partido, el técnico argentino se presentó en casa de un dirigente de su equipo para analizar lo sucedido. Imagínense. No paraba. En su cabeza  se repetía cada jugada, cada grito de la grada, cada pitido del árbitro... todo era susceptible de ser discutido. Se enfadaba. Se levantaba,  gesticulaba, gritaba. Hasta que aquel directivo de Newell’s, veterano, sabio, cortó la escena con una frase maravillosa: «Marcelo, déjalo, es muy domingo».

Para usted hoy es lunes, pero para mí es muy domingo. Yo no tengo el necesario paréntesis que pedía el veterano dirigente para analizar la  situación. Me pongo ante el teclado con la esperanza de que el tiro de Úriz entre y de que en la prórroga se mantenga la sagrada tradición de que el  celeste siempre triunfe en el Pazo.

Yo no he tenido la oportunidad de contarle mis penas a la almohada y ella mucho menos ha podido levantarme el ánimo recordándome que el Breogán está en la mejor de las situaciones, que todos se cambiarían por él. Hasta Marcelo Bielsa. 

Créanme que me cuesta, pero voy a intentar saltarme una noche y analizar lo sucedido como si fuese lunes, con frialdad. Con las tripas se escribe  muy bien, pero muchas veces al día siguiente darías lo que fuera por un Almax con el que poder borrar aquella línea que el domingo parecía brillante y al día siguiente provoca un ardor atroz. Voy a respirar hondo, contar hasta diez, y guardar la bufanda en el armario. En marcha.

La niñez de Serrat seguirá jugando en las playas del Mediterráneo, pero la mía continúa dejándose la garganta en el viejo Pabellón Municipal

Lo de ayer fue solo una derrota consecuencia de una mala tarde del Breogán y de una buena del Palencia. El equipo lucense marcha líder y es el  mejor situado para acabar la Liga regular en la primera posición... No, lo siento, no puedo. La niñez de Serrat seguirá jugando en las playas del Mediterráneo, pero la mía continúa dejándose la garganta en el viejo Pabellón Municipal. Es domingo, muy domingo, el domingo más domingo del  mundo y me gustaría tener aquí a Bielsa para analizar hasta que se haga de día por qué perdió ayer el Breogán. 

Pero Bielsa no está, solo tengo un ordenador delante. Que no es poco. Es mucho. Es el arma ideal para gritar que el Breogán ha tropezado, pero que se levantará, que nadie lo dude. Y que dentro de poco llegará un domingo tan domingo, que nadie querrá que sea lunes.

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