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Sube el listón de la locura

Álex Txikon se ha metido en un buen lío. El alpinista vasco se ha marcado como objetivo ser el primero en ascender el K2 en invierno, algo que muchos de los que saben de esto califican como imposible. Su trayectoria invita al optimismo. Todo lo demás no

Alex Txikon. TWITTER
photo_camera Alex Txikon. TWITTER

ALEX TXIKON SE quedó el invierno pasado con las ganas de conquistar el Everest. Pese a firmar una ascensión brillante, la cumbre le dio finalmente la espalda. Este año quiso quitarse la espina, pero las autoridades chinas no le concedieron el permiso necesario para subir al techo del mundo, así que se marcó otro objetivo: ni más ni menos que el K2, la única montaña que falta por ascender en periodo invernal.

No es que subir al Everest sea un paseo, en invierno ningún ochomil lo pone fácil, pero el K2 es otra cosa. Txikon dobló la apuesta. Es como si un saltador de altura se estrella dos veces seguidas contra un listón situado a dos metros y para el tercer y último intento pide que se lo suban a dos metros y medio. Txikon nació en Lemoa (Vizcaya) hace 37 años, pero se puede decir que es de Bilbao. Del centro mismo.

Basta con poner su nombre en Google para entender que se trata de una fuerza de la naturaleza. Alpinista y aizkolari, esa es su carta de presentación. Txikon es de esos montañeros que al primer intento descubren que están hechos para esto. Superdotados para poner sus huellas donde es complicado poner hasta la imaginación.

Con 22 años ascendió su primer ochomil, el Broad Peak, y ahora, con 37 acumula diez en su palmarés. Tiene mucho tiempo por delante para completar los catorce, pero ahora mismo su punto de mira está en otro sitio. Txikon forma parte de una élite del alpinismo que intenta escribir las pocas páginas que le quedan a este deporte. En el año 2016 formó parte de la primera expedición que holló en Nanga Parbat en pleno invierno. Le acompañaron el italiano Simone Moro y el paquistaní Ali Sadpara. La italiana Tamara Lunger se quedó a 70 metros de la cima.

Ahora busca lo imposible. El muro que tiene por delante es tal que en toda la historia solo se han registrado cuatro expediciones invernales al K2. Dos polacas (1988 y 2003) una rusa (2012) y una ruso-polaca (2018). A ellas hay que sumar la que este mismo año comparte reto con la de Txikon, y que lleva más tiempo en la helada pared del coloso del Karakorum.

Mientras lee esto, el alpinista vasco aún no tiene claro por dónde intentará su hazaña, en la que le acompaña el coruñés Félix Criado y el polaco Pawel Dunaj, además de un grupo de "sherpas", un término que no gusta demasiado al propio Txikon. "Todos somos alpinistas", sostiene. Y seguro que no le falta razón.

El problema del K2 es que son dos montañas en una. La primera pirámide, hasta los 8.000 metros es peligrosa; la segunda, una asesina que se ha cobrado la vida de cientos de insensatos. Ese tramo final puede recibir a los alpinistas en esta época del año con temperaturas inferiores a los 50 grados bajo cero y vientos de 100 kilómetros por hora.

Txikon sopesó la idea de abordar el asalto a la cima por la arista Este. Volviendo al símil del comienzo de este artículo, sería como subir el listón a los tres metros. Nadie lo ha conseguido y los que lo han intentado aseguran que es imposible. La ruta suicida, le llaman.

Tras estudiar la opción decidió que era demasiado peligroso, así que lo intentará por la ruta tradicional. Txikon se desmarca así de la teoría del ruso Denis Urubko, el líder de esta pandilla de locos, quien sostiene que para derrotar al K2 en invierno hay que hacerlo por la arista Este, pues es la que está más protegida del viento. Urubko es el mejor, pero hay veces en las que a los mejores hay de dejarlos solos.

Urubko formó parte de una expedición que el invierno pasado intentó ascender el K2. Les costó doblar la rodilla, pero finalmente se dieron cuenta que era imposible. Todos menos Urubko, que de noche, mientras sus compañeros dormían, se lanzó montaña arriba en solitario hacia la cumbre, o hacia una muerte segura, según como se mire. Sobrevivió de milagro tras dormir en una grieta a más de 7.000 metros y dio la razón a los que sostienen que nadie pondrá jamás sus pies en la cima del K2 en invierno.

Txikon tiene ante sí un listón que ni el gran Urubko pudo superar. Lleva toda la vida escuchando la leyenda de que subía todos los días a un monte cercano a Bilbao para ver cómo era Bilbao sin él. Txikon quiere ascender el K2 para ver cómo es el mundo sin él.

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