Opinión

El límite de la fantasía

Embolo se lleva la mano al pecho tras marcar. EFE
photo_camera Embolo se lleva la mano al pecho tras marcar. EFE

Llevo desde el mediodía haciendo memoria. Busco en los recuerdos de los Mundiales, que son casi los de toda la vida, algo como lo visto en el Suiza-Camerún. Y no encuentro nada igual. Ni parecido.

Lo que pasó fue que Breel Embolo marcó para Suiza el único gol del encuentro y no lo celebró. Pensé que lo habían anulado, pero no, la razón es que nació en Camerún, desde donde emigró con sus padres a Suiza, donde se crio, y cuya camiseta defiende ahora.

Escenas como esa se ven cada fin de semana a lo largo del mundo, pero siempre a nivel de clubes, de los que es muy normal cambiar. En partidos de selecciones no me consta haberlo visto, y en un Mundial, menos.

Los tiempos cambian y el fútbol también. Me parece bien que Embolo no haya celebrado ese gol, pero la escena me llama poderosamente la atención. De hecho, llevo buscando otra similar y lo único que viene a mi cabeza son goles de la selección argentina. Soy capaz de imaginar que alguien marque un gol con la albiceleste puesta y no lo celebre, ahora, las explicaciones que daría al regresar a Buenos Aires, no. Para eso no me alcanza la fantasía.

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