Opinión

La estación de la vergüenza

ALLÁ POR los años ochenta, la estación de autobuses era un hervidero cualquier día de la semana y todo el espacio se hacíapoco para acoger a los viajeros. Pero hace ya mucho tiempo que se vació de gente y se convirtió en un catálogo de la marginalidad en todas sus versiones. Hace unos días apareció un hombre muerto en los lavabos, un suceso que tuvo el mismo efecto que si se hubiera roto una papelera. Al parecer, nadie en las instituciones ve este abandono vergonzoso. Con la excusa de esperar por una intermodal, que se supone hará Fomento, se obliga a Lugo a tener una estación del tercer mundo que albergue los males sociales del primero.

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