Opinión

¿Y si hay más?

Lo peor de las cosas que pasan, así como así, es cuando no hay explicación de por qué suceden. La incertidumbre dispara las especulaciones, alimenta bulos y temores. Es el caso del puente desplomado en la A-6, en León pero en el límite lucense. Que el viaducto no sea el más adecuado para la zona y clima, u otras divagaciones, aclara muy poco, y el propio ministerio apunta como probable que el derrumbe fuese propiciado por un problema oculto, no detectado en los controles periódicos. O que obedezca a una acumulación de factores, como indica el ingeniero y profesor de la universidad de A Coruña Herrador Barros, quien ve muy raro que se debiese a un solo fallo. O sea, no se sabe, pero sí hubo defectos. Pero más allá del percance en sí y de los contratiempos que condicionan la circulación y el transporte, tanto de mercancías como de personas, sobrevuela la duda de si el desmorone es aislado o puede ocurrir también en otros viaductos de la zona. No es probable que se repita, pero nadie puede certificarlo con la seguridad que el usuario de la carretera desearía tener para moverse sin la preocupación que conlleva la duda. Las inspecciones o revisiones periódicas deberían de detectarlo, pero parece que no es así. Las causalidades/casualidades no son nunca descartables.

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