Opinión

Vergonzantes

NADA esconde que la pandemia, junto a otros inconvenientes, disparó la mendicidad en las calles, que es lo que se ve; afecta a mucha gente, mayormente a los inmigrantes, desbordados por todas las penurias (sin techo, sin alimentos, sin la estima que se merece todo ser humano), casi nunca comprendidas y sí ignoradas por la sociedad. Pero tal vez sean peores otras carencias y privaciones no palpables, la necesidad medio oculta o la no expresada por quienes la sufren, al quedarse sin trabajo o sin opción de satisfacer el sustento; secuestrados por una actitud vergonzante que no siempre entendemos, salvo por quienes se ven de pronto en ese entorno inesperado, en que puede más el orgullo del afectado, por el qué dirán, sobre todo si se procede de una posición de normalidad, aunque sea con aprietos. Por eso hay tantas personas que rehúyen o se resisten a demandar o aceptar la ayuda que prestan los servicios sociales, dependientes, por ejemplo, del Concello, Cruz Roja o Cáritas, sobre todo en lo que respecta al comedor que rige el órgano diocesano, asistencias nunca suficientes, pero siempre merecedoras del máximo reconocimiento. Todos necesitan nuestra comprensión y ayuda, pero también la de los gobernantes que los ignoran. Están para otras cosas, para pelearse.

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