SI MILES de ciudadanos fueron multados, unos con razón y otros con menos o con nada, por no respetar el confinamiento epidémico, no ha de sorprender que Mariano Rajoy sea también susceptible de sanción por burlar el estado de alarma al hacer deporte en las inmediaciones de su domicilio. Haber sido presidente del Gobierno no le exime del incumplimiento, partiendo de que la Justicia es igual para todos, lo cual no es verdad.
De hecho, el Ministerio del Interior tramita su emplume, lo cual, pese a ser una resolución que no se aparta de lo normal, tiene varias lecturas, entre ellas la argucia o la oportunidad de quienes aprovechan el lance para vengar al enemigo político. Otra cosa sería si Interior hubiese aplicado igual rasero a Pedro Sánchez o a Pablo Iglesias por haber vulnerado la norma, estando como estaban sus respectivas parejas en cuarentena, y sin embargo Marlaska no hizo ningún reproche a propósito de las transgresiones, doblemente comprometidas por ser ambos los primeros que tienen el deber de dar (buen) ejemplo.
Quien tampoco pasará por caja es un diputado de Bildu, socio y sostén de Sánchez, denunciado por la Guardia Civil en un control de tráfico por más de lo mismo. Interior se apresuró a condonarle la multa. ¿Para qué son los amigos?
