POR EXTRAÑO que parezca, todavía hay quien se sorprende de la ausencia en el Tramabús de Podemos de sus propios líderes, siendo tan fácil la explicación: jamás reconocen para sí la demonización que hacen de los demás. ¿O falta espacio físico en la carrocería? A Echenique, por ejemplo, acaba de laminarle con una fuerte sanción (si el recurso no le salva) por camuflar a un trabajador y no darle de alta en la Seguridad Social, que es precisamente lo que denunció aludiendo a otros. Su imagen debiera, por tanto, figurar en un lugar destacado del panel, aunque sea necesario apiñar el choriceo que ellos consagran. En cualquier caso no deja de ser anecdótico. No lo es sin embargo que siga campando en política como si nada ocurriese. Si aún militase en Ciudadanos, como militó, ¿le perdonarían la pervivencia? ¿Se la permitiría, incluso, el propio Iglesias cuando no era más que su mosca cojonera, antes de atraerlo a su vera para que no diese el coñazo? Es evidente que no se lo van a exigir, pero queda, eso sí, moralmente inhabilitado para dar cualquier lección de honestidad. Como si le importase
