Opinión

Todos contra todos

MOCIÓN DE CENSURA aparte. No es necesario ser vendedor de opinión para percatarse de que la política española pasa por el momento más agónico, convulso e inoperativo de la democracia. Cierto que uno de los resortes de la oposición es desgastar al que gobierna, pero su obligación primera es aportar soluciones viables, que beneficien a la comunidad. Y solo prevalece la bronca por sistema, sin otra pretensión que la de deteriorar a un ejecutivo en minoría, limitado, cuando no anulado por el acoso partidista. No es lo peor. Los partidos opositores, segmentados en camarillas que se odian, solo se proponen anularse los unos a los otros y entre sí para no perder regalías personales. No les preocupa en absoluto el futuro del país; prueba de ello es que nada aportan para mejorar lo presente, como no sea su pedantería. O su propia destrucción: malgastan un elevado porcentaje de sus tenues energías en luchas intestinas, con el navajeo como referente, maquinando la manera de neutralizar al amigo para asfixiarle. Con este sombrío panorama de todos contra todos, ¿cabe alguna posibilidad real de que aporten algo positivo al sistema? Ustedes mismos.

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