Opinión

Títeres sitiados

Por su manera de decir (otra cosa es cómo actúa), Margarita Robles, la titular de Defensa, parecía ser la ministra más equilibrada del disparatado Ejecutivo, pero por lo que se ve, también anda tocada (más que en el subconsciente) por el efecto Frankenstein, desde que en televisión preconizó a Iglesias como presidente, sin enmendar el presunto lapsus, lo cual revela que los podemitas tienen comido el coco (y el mando) a los aturdidos sociatas, que sin querer (o queriendo) convierten al del moño (coleta hasta hace nada) en el mandamás de la tribu, que es justamente lo que se esperaba y a lo que aspiró siempre el intrigante y teórico vicepresidente segundo. Un desliz lo tiene cualquiera, pero al producirse en un escenario tan convulso, es para creer que la señora Robles asume de lleno que su jefe es Iglesias, con la misma lealtad que el arrugado Sánchez, al menos hasta que no se aprueben los presupuestos, al asentir (y aplaudir) todos los desplantes y humillaciones del podemita, que se regodea a su gusto y a sus anchas, viendo a sus títeres sitiados y entregados, entre vítores de proetarras e independentistas. Cualquier día le vemos de mudanza, del casoplón de Galapagar a okupa en Moncloa, ante el pasmo de la ínclita catedrática Begoña Gómez.

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