Opinión

Teledecadencia

SOLO LOS MUY ingenuos, que algunos hay, creyeron que el traspaso de poderes (o asalto) en RTVE obedecía a la regeneración del medio, al restablecimientos de libertades informativas. El tiempo lo aclara. Fue un quítate tú que me pongo yo, bajo pretexto de enchufar a un montón de amiguetes, a los que inyectaron bicocas que jamás habían soñado. El paripé podría incluso colar si el funcionamiento de la televisión pública mejorase, pero los primeros sondeos reflejan todo lo contrario: los informativos, según los índices de audiencia, pasaron de ser los más vistos a situarse en tercera posición. El televidente no es tonto y en seguida se percató de que la manipulación superaba con creces a los purgados. Es suficiente con ver como algunos espacios de entretenimiento, que gozaban de aceptación, han sido exonerados por verdaderos ladrillos, bazofias cuyo coste seguramente es mayor al de los suprimidos. Claro, que el detalle no importa lo más mínimo, desde que el dinero público, como bien pontificó la vicepresidenta Calvo, "no es de nadie". Eso sí, viven con incertidumbre la provisionalidad, y por eso, dicen por ahí, que maniobran para perpetuarse. Soltar el pastel, cuesta.

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