Opinión

Surrealismo

TODO SE andará. Por ahora son casos no generalizados, pero aun siendo puntuales, evidencian el desprecio que soporta el ciudadano por parte de quienes tienen el deber de velar por su seguridad y tranquilidad. De no ser así, ningún vecino optaría por la huelga de hambre para llamar la atención sobre los agobios y acosos que le acarrean sus vecinos, impidiéndole pegar ojo. Hasta el moño de soportarlo, así lo denunció en este periódico un lucense, enfermo, de la avenida de A Coruña, impertinencias que hasta las tres o cuatro de la madrugada viene aguantando desde hace más de un año por parte de los inquilinos de la vivienda encima de la suya. Gritos, insultos, portazos y hasta un monopatín que recorre el piso, porque esa gente duerme, parece, hasta las dos de la tarde. Según cuenta, aderezado con recochineo; si acude la Policía Local, tan pronto se marcha se intensifica el tropel. Surrealismo puro y duro. Al no ser solventes, dicen que les resbala: patente de corso para burlar la normativa de ruidos del Concello. ¿En qué país fullero y bananero vivimos para que el transgresor siempre tenga razón? ¿No existe algún resquicio legal o lógico que evite tan bochornosa iniquidad y tan insultante libertinaje? ¿O son también inmunidades que ampara la democracia?

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