LOS PRECEDENTES lo recomiendan. La prudencia lo aconseja. Aconseja no fiarse ni un pelo de las encuestas, visto lo visto en los últimos comicios de junio. O muy poco. Unas por interesadas, hechas a medida según convenga, y otras por enlatadas, viejas. La última dada a conocer por el CIS lo es. Clava, con ligeras diferencias que no alteran lo esencial, los últimos resultados en las urnas al ser elaborada con alegatos formulados inmediatamente después de producirse. Está apolillada. ¿Alguien cree que de ser interpelados hoy, los encuestados hubiesen argüido lo mismo? Lo más probable es que no, porque el hartazgo del ciudadano aumenta cada día que pasa, y ello modifica su forma de pensar. El sondeo del CIS ya se columpió la vez anterior, lo mismo que todos las demás. Por eso la desconfianza sobre las técnicas demoscópicas, sea por fallos específicos/estratégicos de elaboración o tal vez porque los inquiridos dicen una cosa y piensan otra, lo cual altera el proceso por mucho que se cuide el horneado. De todos modos, la inmediatez de cocción es esencial tal y como avanza el escenario político, aunque parezca que no se mueve.
