Opinión

¿Soborno o regalo?

NAVIDAD Y Año Nuevo siempre se asociaron con tiempo no solo de deseo de felicidad al prójimo sino también de regalos. Pero hay tradiciones absorbidas por circunstancias del momento, y lo que antes era un obsequio o una atención piadosa, ahora puede ser soborno y acabar con el receptor en el trullo, si es cargo público. No hace falta que elegido tropiece en el garaje, haciéndose el 'longuis', con un Jaguar deslumbrante; bastan dos botellas de cava para que se le incrimine por cohecho. Tanto como la cantidad se valora la intención. ¿Y cómo se ajusta la intención o el propósito del desprendido? Ahí radica el quid no resuelto. Pocos se ponen de acuerdo al establecer fronteras entre dádiva y soborno. El código de conducta de las empresas no es capaz de precisarlo y cada cual se comporta a su buen saber y entender, que no siempre es suficiente para no caer en la trampa. Los jueces deben determinarlo, pero ellos también tienen su código ético: "No aceptarán regalo, cortesía o consideración que exceda las lógicas convenciones sociales". Seguimos igual, porque dónde acaba o dónde empieza la lógica convencional y la cortesía. Un lío que no entiende de honestidad.

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