Opinión

Romanones

NO DEBIERA ser, pero sin que tenga explicación lógica, abundan los que creen que el insulto al árbitro o al político entra en el (su) sueldo. Unos lo toman muy mal, algunos regular y a otros les es indiferente. Y no es de ahora. Cuenta Josep Pla que el Conde Romanones (don Álvaro de Figueroa), político liberal que ejerció tres veces de presidente del Consejo de Ministros con Alfonso XIII, una como presidente del Senado y 17 como ministro, refería como episodio personal lo sucedido durante un viaje en coche por la provincia de Guadalajara (cuya mitad casi le pertenecía) siendo presidente del Gobierno. Se le averió el vehículo y el chófer salió a pedir ayuda para poder seguir, recabando la de un pastor que andaba por allí. El cabrero, sin saber quién se la demandaba, dudó unos instantes, pero decidió llamar a un arriero que estaba cerca. Lo hizo a grito pelado: "¡Romanones, Romanones…!". El conde, al oír, incrédulo, que hacía uso de su nombre, salió del coche y le preguntó: "Oiga, buen hombre, ¿por qué llama Romanones a su amigo?". Respuesta contundente del pastor: "¡¿Que por qué? Porque es un hijo de puta…!".

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