QUE EL indultado señor Junqueras rete a Pedro Sánchez a ofrecer una "propuesta generosa" a Cataluña, es un ejercicio de innecesario cinismo del líder independentista, sabiendo como sabe que al presidente del Gobierno lo tienen atado y bien atado, no precisando que le empujen para que los deseos sean órdenes. Un reto innecesario a fin de convencer, como apunta, a la sociedad catalana. Afirmando como afirma que la amnistía y la autodeterminación son "casi una profecía" que algún día se verá cumplida, se entiende que no inmediata, pero como forma parte del batiburrillo soberanista, el señor Junquera piensa más bien en la ‘generosidad’ colateral/presupuestaria en detrimento de otras autonomías. Sabe que Sánchez no fallará en lo que se le exija para que los soportes continuistas precisos no se desmoronen. Y además, salvo que se vulneren principios constitucionales, que tampoco están a salvo, sería de las pocas concesiones que puede hacer, y aunque los catalanes se muestren insatisfechos, con el estómago lleno aplaudirán con las orejas el servilismo estatal. Saben muy bien que el ruido de otras comunidades, cada cual a su aire, es incapaz de frenar las exigencias. Salvo que los agraviados se lo tomen en serio, lo que no parece muy probable.
