Opinión

Poco más que ruido

No se trata de desvirtuar las reivindicaciones callejeras condenando la violencia de género. Todo lo que se haga es poco para atenuar la lacra de crímenes y agresiones a mujeres por parte de sus parejas, pero está visto que las protestas no reducen su número; es más, aumentan, lo cual quiere decir que se descuidan otros flancos sustanciales para combatirla. El ruido es insuficiente, y más si algunos convocantes utilizan las manifestaciones como pretexto, velando por otros intereses que poco tienen que ver con el sufrimiento de las víctimas. Hay de todo. De lo que se trata es de no descuidar la aplicación de las vías policial y penal, que permitan controlar a los agresores para disuadir que cometan los delitos y castigarlos con la contundencia que se merecen, en el caso de que se produzcan, lo que no siempre ocurre. Se dictan, por ejemplo, medidas de alejamiento de cien, doscientos metros o tres kilómetros que no tienen más valor que el testimonial, con nula eficacia para proteger a las víctimas. O que salgan en libertad sin adoptar los oportunos controles. Como también es imprescindible que se denuncie cualquier atisbo virulento por parte de las acosadas. Y si lo denuncian, que se les tome en serio. No siempre sucede.

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