LA SITUACIÓN no parece reversible. Desde que toleramos, sumisos, que somos el pito del sereno de quienes manejan nuestro futuro, aceptamos por connivencia los atropellos, persuadidos de que es lo que merecemos.
Si rara vez osamos por la queja, los reproches son tan insustanciales que la trivialidad no hace más que envalentonar a los que tan poco nos estiman y respetan, permitiendo que se regodeen en nuestras penurias y desplantes, con el desprecio que solo refleja nuestro leal y recto conformismo. Nos dejan sin trenes, las autovías se eternizan inacabadas, O Fiouco, Alcoa sigue bajo amenaza seria de cierre, suprimen el 091… y más pronto que tarde engullirán la comisaría… ¡Qué más da! Desactivan el módulo, queriendo sumar plazas restando eficacia, en vez de reforzar la plantilla, inferencia muy trascendente para la funcionalidad del operativo policial; supone nada menos que desactivar la proximidad de un dispositivo ineludible de cara a reforzar la seguridad ciudadana, en lo que atañe a la urgencia requerida cuando se alerta de un hecho delictivo, en que ganar tiempo es de ineludible eficiencia.
No es lo mismo esperar a que se active desde A Coruña que hacerlo al instante desde Lugo. Aun así, acabaremos aplaudiendo el desplante.
