Opinión

Parga, larga espera

Los pasos a nivel en vías férreas suponen, además de incomodidad, un grave riesgo para la seguridad y la vida de la personas. Todos los critican y nadie los suprime, pese a las promesas y proyectos que se propagan de cuando en vez, mayormente cuando surge una desgracia. Ahora mismo, Parga está en pie de guerra por su paso a nivel, rechazando el plan de Adif para sustituirlo por otro subterráneo. Los vecinos ven que la solución propuesta sigue dividiendo la villa en dos mitades, y lo que exigen es una variante para el ferrocarril, que si antaño suponía un añadido de progreso, ahora, que no se detiene ningún tren en su estación, solo es un incordio. Tienen razón, como en otros muchos casos similares, pero de cualquier manera urge suprimir el actual, con o sin variante, y más con su triste pasado, marcado sobre todo por el trágico percance al principio de los años sesenta, cuando un convoy arrolló un turismo ocupado por cuatro sacerdotes, falleciendo todos ellos. Desde entonces se multiplicaron las demandas de eliminación, con el balance de vanas promesas, rebotadas en lamentaciones que nada remedian y a nada conducen, como no sea perpetuar el problema.

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