Opinión

Paradojas

COMO LA VIDA misma, la política está plagada de contradicciones y paradojas, sin que se sepa muy bien a qué obedece semejante fluctuación. Por ejemplo, una de las discordancias más llamativas es cuando las encuestas revelan que a un determinado dirigente o a un partido le consideran o aprecian mucho y le quieren poco, más en el instante que necesita que le adoren, que suele ser en la urna. Son arrumacos que te desconciertan. Por eso la valoración de los líderes es casi siempre inversa a lo que reflejan las consultas demoscópicas referidas al voto, como dando a entender que lo que realmente suma adhesiones es carecer de expectativas de decisión o mando; en cuanto se alcanza la posibilidad de gestión, la estima se va al garete. La excepción es Pablo Iglesias. Siendo el líder peor puntuado flamea en las previsiones. Lo de Rajoy se entiende mejor. Gobernar quema. Pero el caso más desconcertante e inexplicable afecta al PSOE. Dejado por muchos de sus fieles, arrastrando los mayores problemas de credibilidad y seriamente amenazado de desmorone, es el que en los sondeos concilia mayores simpatías. Cosas veredes.

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