Opinión

Papel mojado

SI LAS CIRCUNSTANCIAS fuesen otras, el último dispositivo desplegado por la Policía Local en los aledaños del Hula contra los gorrillas, que erigiéndose en aparcacoches ilegales chantajean y molestan a los automovilistas, podría considerarse normal. Pero en este caso las denuncias formuladas contra siete de ellos es, simplemente, papel mojado. Les da igual que los multen (¿cómo y de dónde va a cobrarse la sanción?) o que les lleven al juzgado, sabedores de que, inútilmente, uno dictó hace tiempo órdenes de alejamiento para alguno de ellos. Por eso, siendo siempre los mismos, advierten que seguirán extorsionando. Lo dicen convencidos de que nadie puede frenarles.

Podría apelarse a la agravante de multirreincidencia, pero al ser infracciones menores y muy diversificadas, es dudosa su aplicación. O considerarse una especie de alarma social, con un peligro evidente para la circulación y para la seguridad de las personas que rechacen colaborar con sus exigencias. Complicado. ¿Solo queda aguantar sus importunaciones? Algo habrá que hacer, y entre lo más pertinente está la opción de que la vigilancia policial sea constante, sostenida. La presencia continuada de los agentes será la mejor disuasión. Podría ser costoso, pero más eficaz que cualquier paripé.

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