Opinión

Odio, no aprecio

SIEMPRE SE dijo que no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que se niega a oír, porque por detrás siempre hay un motivo que bloquea los sentidos, que es sin duda el caso del Gobierno, al asegurar por boca de su portavoz y ministra de Hacienda, por encargo de su jefe, que los proetarras de Bildu y los independentistas de Esquerra "aman a España", en un gesto tan infantiloide como artero, a ver si se ablandan para los presupuestos. Unos y otros son cualquier cosa menos incautos tontainas que se dejen engatusar por las pueriles adulaciones de Sánchez, y si al fin deciden apoyarlo será a cambio de algo más suculento que una piruleta o candorosa pelotilla, mediante su ensayada táctica del trinque. Sánchez sabe muy bien que ni Bildu ni Esquerra quieren a España, como no sea para disgregarla y sacar provecho de ella cuando arrecia la sumisión. También sabe que su afirmación es una muy desazonada incitación al cabreo, irritando sobre todo a cuantos sufrieron el terrorismo etarra, surgido del odio, nunca del afecto. Claro que, al fin y al cabo, tampoco debe sorprender la desconsiderada estrategia del Gobierno. Es la de su establecida hoja de ruta, marcada por la humillación, el desconcierto y la desorientación.

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