Opinión

Obleas chinas

Más allá de lo puramente espiritual, la vida contemplativa de monjas, y algunos monjes, no es ningún negocio terrenal si no se adereza con iniciativas hacendosas, lo cual no debe entenderse como un sacrilegio sino como medio de supervivencia. En España hay nueve mil religiosas de clausura y muchas de ellas combinan la vida contemplativa con los negocios de variada orientación, con productos muy apreciados por su calidad. Hay que tener en cuenta que muchas de las enclaustradas son personadas formadas: médicas, ingenieras, arquitectas... En Galicia, por ejemplo, las Clarisas de Allariz trabajan en régimen de cooperativa con un grupo empresarial ourensano, criando pulardas. Pero, como no podía ser de otra manera, también padecen embestidas comerciales de la competencia. La más curiosa es la que tambalea el quehacer de un convento de Concepcionistas Franciscanas de Madrid, principal distribuidor de obleas para la comunión. Tras haber invertido, con mucho esfuerzo, 60.000 euros en una máquina de hacer hostias y otros 20.000 en otra que las corta, se les colaron los chinos en el negocio, como se han infiltrado en otras muchas y variadas actividades mercantiles. Están en todo.

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