Opinión

Muy bucólico

TRANSITAR por muchas de las calles de Lugo fortalece la pasión bucólica entre los aburridos del asfalto. Hacerlo por los barrios, y ya no digamos por extrarradio, nos afianza en la sensación de que uno va caminando por senderos de aldea, invadidos por hierbas y maleza (tojos, zarzas y otras variedades silvestres), que es como están infinidad de aceras, irrumpidas por la fronda que arranca de los solares sin vallar, o de setos sin recortar que trascienden al cerco de los empalizados. Hay también, claro, espacios públicos castigados por el descuido y el abandono, pero abundan los privados. Los propietarios no los limpian, quizá porque el Concello no se lo advierte, y si se lo advierte, ni caso. O sea, da igual. ¿No hay sanciones previstas al respecto? Lugo avanza hacia lo que dentro de muy poco será un boscaje imparable; un abandono y una desidia que será utilizado en las municipales, por parte del gobierno local, como uno de sus logros de exquisitez e higiene, haciendo ver que la basura y el desaliño de los espacios urbanos son iconos del estandarte de la pulcritud de una ciudad que consiguió, sin pasar por el oculista, una escoba de oro hace dos años, premio a su lustre. ¿Por qué no le darían una desbrozadora?

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