Opinión

Milagro

Tiene que relampaguear y tronar, redoblado con chuzos de punta, para que nos acordemos de Santa Bárbara. Ha de haber muertos y envenenados por el brote de listeriosis, tras la ingestión de carne mechada infectada, para que alguien se acuerde de extremar precauciones, las que debieran de extremarse siempre. Milagroso es que no ocurran más desgracias por descuidos e imprudencias al manipular alimentos, como despachar pan, por ejemplo, sin el envoltorio que debiera ser obligatorio en todos los puestos de venta. O productos de repostería/bollería expuestos al aire, sin ninguna protección, al alcance de las moscas u otros agentes pestíferos. O como se elaboran los menús en las cocinas de determinados restaurantes, con el vomitivo aspecto de cloaca. Como muestreo que lo certifica es aleccionador ver los programas de denuncia de Chicote, el mejor acicate para dejar de comer definitivamente en tales pocilgas, asediadas por la cochambre e indisciplina culinaria. Ocurre con inusitada frecuencia; y las inspecciones a las que se encomienda velar por la salubridad, mirando para otro lado. Y aun si aciertan a mirar, da igual. Ya digo, es un milagro que sigamos vivos y coleando.

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