Opinión

Memorias

Los cinéfilos no ocultan su contrariedad por las trabas interpuestas a Woody Allen para la publicación de sus memorias, siendo como es una celebridad mundial del séptimo arte, por presuntos enredos personales, y más cuando la acusación de abuso sexual por parte de Dylan Farrow, su hija, carecen, dicen, de fundamento. Sin que tenga nada que ver, carece de la suerte que acompaña a Kiko Rivera, otrora Paquirrín, preclara figura de la intelectualidad, al que una revista de corazón le subsidia con ochenta mil euros por la exclusiva de la que fue su agitada y a la vez opulenta vida, por ser hijo de quien es. A la bicoca se suma el redondeo de la que es partícipe su mujer, por parte de la misma publicación, también por narrar aventuras similares, con la cual el momio asciende a cien mil euros. Parece que Rivera percibió, además, otros cuatrocientos mil eurazos por el encierro trimestral en uno de esos "recogimientos" del famoseo, donde pasa de todo. Nada que objetar por tratarse de dinero privado, cuyos promotores también harán su negocio, pero escuece que el dinero fácil fluya tan ostentosamente ante las narices de miles de personas sin trabajo o cobrando un mísero salario, sudado de sol a sol.

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