Opinión

Mediocridad

QUE MUCHOS de los políticos que optaron ejercer la actividad como profesión están alejados de la realidad, la que entraña el mundo del trabajo y del esfuerzo para llegar a fin de mes, más que una sensación es un hecho irrefutable. Bastantes de ellos, ni por asomo olieron el curre antes de acceder a la vida pública, antes de ser elegido concejal o diputado, y sin haber dado un palo al agua, mal se puede acertar en las propuestas o planteamientos, en la mayoría de los casos alejados de lo que dicta la sensatez y la cordura. Así fue decayendo la notabilidad del entramado político, instalándose en la mediocridad. Es el caso de los candidatos a la presidencia del Gobierno: ninguno de ellos proviene de un estrato profesional estable y ninguno, por lo tanto, ofrece la pericia necesaria para tan alto cometido. En los primeros años de la democracia abundaban entre los políticos prestigiosos profesionales liberales, de la enseñanza, de la abogacía... Hoy es difícil que un técnico o facultativo reputado, serio y de renombre arrime su profesión para integrarse en una formación política. Sabe que se expone a perder la reputación ganada con su esfuerzo, a hacer el ridículo y apuntalar el pelotón de la vulgaridad.

Comentarios